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llegaba la hora de la pasión... En efecto, la víspera de su muerte, cuando los hombres trataban de ponerle en cruz como á un gran criminal; cuando la crueldad humana iba á rebasar los lími- tes casi de lo posible, entoces quiso Je- sús darnos la última más regalada y espléndida prueba de su caridad ardien- te y de su eterno amor... Cuando iba á recibir la muerte de manos del hombre, el hombre recibe el pan de vida de ma- nos de Dios..... ¡Pásmate aquí, alma mía! pásmate de veras y aprende como has de amar á tu Dios...!!! No son los ánge- les á quienes se dá Jesucristo en comida como pan de vida, son los hombres; fla- cos... desagradecidos... criminales...!!! No es cuando estos quieren hacerle rey su- biéndole sobre el pavés de las glorias, sino cuando tratan de matarle, levantan- do su cuerpo sobre el calvario en cruz de ignominias... Considera que no es de una manera fría y pasajera como se manifiesta Jesús en esta soberana acción, sino de un mo- do vehemente y anheloso Desiderio de- sideravi, (Luc. xXu) de un modo perdu- rable. Ecce ego vobiscum sum usque ad consumationem seculi. Con gran deseo suspiraba, dice Jesús, porque llegara este momento. Yo estaré con vosotros hasta la consumación de
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