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Modo de oir la Santa Misa 321 sanos y enfermos, por niños, jóvenes, ancianos y moribundos; ruega por la conversión de los herejes, gentiles y pecadores, por la perseveran- cia de los justos y por las almas que pade- cen apartadas de tí en el purgatorio; ruega por todos, y no te olvides de mí, Jesús mío, que de- seo ardientemente albergarte en mi pecho y unirme para siempre contigo. A LA CONSAGRACIÓN antes de su Pasión tomó Jesús el pan en sus venerables y sagradas manos, lo ben- dijo, lo partió y lo dió á sus discípulos, dicién- doles: Tomad y comed todos de él, porque éste es mi cuerpo. Igualmente, después de haber ce- nado, tomando asimismo el precioso cáliz entre sus santas y venerables manos, lo bendijo y lo dió á sus discípulos, diciendo: Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, la sangre del nuevo y eterno testamento, miste- rio de fe, qué será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. To- das las veces que estas cosas hiciereis, las hareis en memoria de mí.» Hecha la consagración, no queda ya sobre el altar ni pan ni vino. El Dios del cielo y de la tierra ha descendido, obediente á la voz del sa- cerdote..... ¡Qué sentimientos no hubieran sido los míos, cuánta mi gratitud y admiración, oh Jesús mío; si hubiese oído esas palabras de tu boca, si hubiese recibido de tus manos la pre- ciosa prenda de tu amor, que no es otra que tu mismo! Sin embargo, lo que ha pasado en el ce- Vida de amor.—22.

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