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320 Modo de oir la Santa Misa te la idea de la traición de Judas... Limpios es- táis, dice á sus Apóstoles; pero no todos... En verdad, en verdad os digo que uno de los que comen conmigo me venderá... ¡Qué pena tan grande para el amantísimo Corazón de Jesús! Jesús mío y dueño mío de mi alma, tú sabes, Señor, que, aunque débil y flaco, te quiero mu- cho, y te detesto la ingratitud y traición de Ju- das... Pero temo de mí mismo al ver de qué co- sas es capaz el hombre... Por esto, Jesús mío, tú que lo sabes todo y sondeas los abismos del corazón, si ves que un día ha de estar mi nom- bre en la lista de los ingratos y traidores... ¡oh! arráncame antes la vida y haz pedazos mi cora- zón... Sea yo pasto del fuego ó de las fieras an- tes que llegue, Vida mía, á ofenderte; lleve el viento mis cenizas antes que cometer tal traición. No lo consentirás, Jesús mío, santísimo, ama- «bilísimo Jesús; en tus oraciones confío, en las que entonces ofreciste y sin cesar ofreces y pre- sentas al Eterno Padre por nosotros. ¡Oh! sí; continúa tú, dulce Salvador mío, si- gue rogando sobre ese altar por la Iglesia uni- versal, por su cabeza visible, tu representante en la tierra, por los ministros del santuario en todos sus grados, por las órdenes religiosasy personas consagradas especialmente á tu servi- cio; ruega por los que rigen el mundo, y en par- ticular por los que están al frente de los desti- nos de España, de esta tierra, patrimonio de tu * dulcísima Madre, donde prometiste que reinaría tu Corazón más que en otras partes; ruega por los grandes y pequeños, por ricos y pobres, por

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