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Modo de oir la Santa Misa 319 en tí m na y todo mi ser, de suerte que, des- truída mi vida sensual y terrenas sólo tú vivieses y reinases totalmente en mí AL LAVABO Y «ORATE FRATRES Ya ves, Jesús mío, sin que yo te lo diga, las miserias que se esconden en el seno de mi alma; ves esas tres llagas que me traen enferr medrado: mi ignorancia, mi malic za Ó debilidad. ¡Ah! cada día caigo dad, Jesús mío, que es más por del por malicia? Socórreme, pues, ayudador del po- bre; purifícame, lávame más y más con el agua de tu gracia, y lavado así, entre los inocentes me acercaré á tu altar ¡oh Señor! á oir la voz de tus alabanzas, contar tus maravillas y recibirte en mi pecho. Ofrézcote, Dios mío, las oraciones de cuantos asisten á este sacrificio, las fervorosas oraciones que en otro tiempo te dirigieron tus santos más amantes, las de mi dulcísima Madre María San- tísima, tus mismas oraciones, Jesús mío, que en esta noche tan santa y llena de misterios ofre- ciste al Eterno Padre por todos los que había- mos de creer en tí. AL PREFACIO Y CANON. Aviva tu fe, alma mía: el momento solemne se acerca; Jesús mismo aparece conmovido. Mí- rale al semblante, tan digno y reposado, pero turbado desde hace poco en medio de las efusio- nes de su amor. ¡Ah! es que ha herido su men-

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