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20 Los Jueves Eucarísticos sonríes con tanta frecuencia?» pregun” taban á un solitario de la Tebaida. Por- que conozco que no hay quien pueda arrebatarme mi Dios» Hermosa contesta- ción, sublime seguridad. El santo viejo se habia entregado á Dios y abrigaba la seguridad de tener á Dios por suyo. No dejeis nunca de mano alguna obra eucarística...: ¡Dichoso aquel que al cabo de la vida pueda decir: he contribuido con mis débiles fuerzas al sostenimiento de una obra eucarística! IV. El móvil de Jesús al quedarse con nos- otros fué el amor. No queramos otro nosotros, para trabajar en lo que atañe á la gloria de los altares. La gloria de Dios es un móvil muy po- co familiar, aun á muchas personas pia- dosas. «¡Pobres gentes, exclama el P. Faber, son la peste de la Iglesia y están muy lejos de soñarlo... ¿Cuántas almas elevadas que obran con generosidad encuentra Jesús en tor- (1) «Todo por Jesús.

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