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296 La Sagrada Comunión. pongo, Señor, para lo sucesivo morir mil muertes, si fuera posible, antes que volver á ofenderos. Y pues no habeis empezado todavía á ser mi juez, sino que sois aún mi abogado, os ruego Jesús mío Sacramentado por vuestra sangre preciosa, me otorgueis el perdón de vuestro Padre celestial. Jfectos de humildad. Conque yo, gusano abyectísimo de la tierra, voy á recibir dentro de mí á aquel Dios grande, en cuyo acatamiento los Angeles tiemblan, cubren su faz de ru- bor los más encumbrados serafines y to- das las cosas criadas son como nada! «¡Ah! no merezco que dirijais ni una sola mirada hácia mí desde ese vuestro angus- to trono: no soy digna de que penseis en una criatura tan baja y ruin como yo? Y Vos determinais descender del cielo, ve- nir en persona á visitarme y consolarme, y darme vuestra carne en comida y vuestra sangre en bebida? Indignísima soy, Señor, lo confieso. Si yo tuviese la santidad de todos los ángeles y detodos

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