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La Sagrada Comunión. 291 Pide este divino manjar que lo tome- mos estando en gracia de Dios y en ayu- no natural. Quien pecó gravemente no le basta un acto de contrición para comulgar; es preciso que confiese. Pero, si después de confesada te acuerdas de haber olvidado sin querer algún pecado, aunque sea mortal, puedes ir á comul- gar, con tal que estés resuelta á confe- sarlo en la confesión inmediata. Debes ir aseada y en traje modesto, que eso pide la pureza del Huesped divino que vas á recibir, y la humildad con que debes acer- carte á tan divino acto. El ayuno natural consiste, en no haber comido ni bebido cosa alguna desde las doce de la noche precedente. No es obstáculo á la comu- nión si con la saliva entró por casuali- dad alguna gota de agua al lavarse; 6 sangre de las encías, Ó alguna brizna que de la cena hubiera quedado entre los dientes; menos aún el meter en la bo- ca la punta del pañuelo, etc. El día que hubieres de comulgar, te levantarás por la mañana con particular diligencia, avivando: en tu corazón los deseos de acercarte á este divino Sacra- mento, ya con alguna meditación sobre

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