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Hfeclos para antes de la Confesión. Afectos de confusión. —¡Omnipotente, Eterno Dios mío, Señor infinito en toda bondad, hermosura y majestad! Aquií te- neis un monstruo de ingratitud. Vos me criasteis á vuestra imagen y pusisteis á mi servicio todas las criaturas: me con- servasteis librándome de innumerables peligros del alma y cuerpo; me hicisteis hija vuestra en el santo Bautismo, y me enriqueceis con los méritos de vuestra sangre en la Confesión, y en la Comu- nión os dais Vos mismo; me habeis lla- mado muchas veces á Penitencia y me habeis aguardado largo tiempo, pudien- do al primer pecado condenarme. Me redimisteis de la muerte con el precio infinito de vuestra vida, y por mí pade- cisteis hasta morir en una cruz. ¿Cómo he correspondido yo á tanta fineza? Se- ñor, si apenas hice otra cosa que ofen- deros. Mi vida ha sido una tela tejida con innumerables pecados. Afectos de dolor.—Yo, perversa peca- dora, no solo no os agradecí tantos be-

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