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12 Los Jueves Eucarísticos que Dios en una hostia y en un Sagra- rio... Pues bien, eso nos revela la ver- dadera situación del hombre en este mundo, es una lección elocuentísima á nuestra necedad y á nuestros atolondra- mientos ¿Pero qué montan esos átomos invisibles de las ideas humanas en el torbellino de la vida, para el plan pro- videncial sapientísimo y divino del pen- samiento de Dios en la Eucaristía? IV. Quisiéramos ver á Dios en el altar para creer mejor y amarle más. No se cree con los ojos ni se ama con la car- ne. El Evangelio ha asegurado que na- die ha visto á Dios... pero tampoco veo el alma de los que me aman y de los que me son amados... La Eucaristía es obra de amor. Escuchar sus palabras, contem- plar sus sonrisas, gozar sus ternuras ¡oh que bello sería eso! Mas eso ya lo gustó la humanidad en la hora de la revelación en carne mortal; esta en que estamos es la hora del amor que se oculta y está presente; se oculta á los sentidos y está presente en los altares.

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