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Decreto Y no solamente en el bautismo, sino que posteriormente á él, con mucha fre- cuencia eran los niños alimentados con el pan celestial. Pues aún llegó á ser cos- tumbre de algunas iglesias el dar la Sa- grada Comunión á los pequeños á con- tinuación del clero, y en otras iglesias después de la Comnnión de los adultos se distribuían entre aquéllos los frag- mentos restantes. Más tarde en la Iglesia latina se abo- lió esta costumbre, y no participaban de la Sagrada Mesa los niños, sino cuando empezaban á tener el uso de razón y al- gún conocimiento de este augusto Sa- cramento. Esta nueva disciplina, recibida por algunos Sínodos particulares, fué confirmada por el Concilio Ecuménico Lateranense IV (en el año 1215), pro- mulgando el célebre canon XXI, en el que se prescribe la Confesión sacramen- tal y la sagrada Comunión á los fieles después de haber llegado á la edad del discernimiento, en la forma siguiente: «Los fieles todos de uno y otro sexo, después de haber llegado á la edad del discernimiento, confiesen fielmente, cada uno por sí, todos sus pecados, á lo me-

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