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Sección 2.* 183 les. Digasenos, pues, que objeto podrá haber más soberano y digno de nuestra admiración y alabanza que el Santísimo Sacramento, siempre presente en el ta- bernáculo para nosotros. Por vía de reparación, en vista de los ultrajes del mundo, debe también procu- rarse el culto y amor al Divino Prisione- ro de nuestros altares, porque el Santi- simo Sacramento es incomparablemente más dulce que odioso el pecado, y por eso sin cesar ofrece á la Majestad agra- viada de Dios, una reparación supera- bundante, á la vez divina y humana. Al abrir, por ende, este trabajo, dedi- cada á los «Jueves Eucarísticos» creemos acertar con el verdadero remedio de las necesidades morales de la época, coma más largamente iremos demostrando. Amén, de que “según ya hemos apunta- do, entra dentro de la acción seráfica el desarrollo y crecimiento de toda institu- ción eucarística. Basta para comprobar lo dicho, el re- cordar que León XIII declaró por Patro- no de todas las obras eucarísticas á un (1) Las obras y las vias de Dios, pág

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