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Capítulo preliminar. 5 ción invisible, bien que indudable, de la Eucaristía. El Señor bajo las especies sacramentales, nos atrae como el imán, y nos inspira cada vez nuevas razones de adoración y de amor. El Santísimo Sacramento, añade el P. Faber, sin dejar de ser como es, ob- jeto eminente del culto que á Dios se de- be, es además, primero entre los objetos de devoción especial para los católicos. ¿Más, para que asociarse? ¿No podía conseguirse eso, obrando cada cual en particular? ¿Para qué ese prurito de nue- vas asociaciones? Cierto quesosteniendo las ya existentes se obtendria no poco del fruto á que apetecemos; pero el es- píritu de asociación hace que las obras sean más estables, más meritorias y de mayor efecto social y religioso. Es evidente que el hombre abusa de la facultad de asociarse, como abusa de otros dones preciosos. Así vemos aso- ciaciones inspiradas por el genio del mal... Hay, pues, asociaciones que aspi- ran á hacer de sus miembros demonios, y las hay que hacen de sus afiliados án- geles. Con clarísima injusticia “se ha dicho
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