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Sección 1.* 153 misa y á la. santa comunión, antes de emprender batallas contra los moros. De esa fé ardiente y de esa confianza en el Sacramento Eucarístico, nació la cos- tumbre laudable del uso de los cofres y carros de batalla, en que Jesús Sacra- mentado era conducido al frente de los ejércitos cristianos, de los que dan testi- monio los cofres preciosisimos que aún se conservan: el de Jaime el Batallador en Daroca; el del Cid en Burgos; el de los Reyes de Aragón en Barcelona; el de San Fernando en Toledo, y el de los Reyes Católicos, Fernando é Isabel en Granada. Ostentábase enarbolado en cada uno “e los susodichos carros el pendón real, y mostrábase éste lleno de símbolos y emblemas referentes á la Hos- tia consagrada. Los moros fueron vencidos por la Cru- zada de Jaime de Aragón, y en testimonio de que esta victoria fué atribuída al poder de Cristo Sacramentado, el Rey Don Jai- me le dedicó mil iglesias y legó al San- tuario de Daroca el cofre eucarístico que había llevado en las batallas, para que quedasen en él los corporales y las Hos- tias ensangrentadas y escondidas en Lu-

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