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Sección 1.2 145 ocasión á España, cuya memoria refe- rente á nuestra nación se leyó en medio de atronadores aplausos. De modo que puede afirmarse que la Iglesia abacial de los Benedictinos de Nuestra Señora de la Blanca de Taberney, diócesis de Besancon fué la cuna de los Congresos eucarísticos. Y estas gloriosas asambleas que se inauguraron junto á la Hostia que violento incendio respetara quedando suspensa por espacio de treinta y tres horas, tomaron después un desarrollo admirable y de tal condición que ya se ha hecho como una necesidad la cele- bración periódica de ellas. No dejemos olvidar, que, cuando un alma, de las muchas que quedaron ena- moradas de la Eucaristía de Taberney, pensó reunir de allí á un año un Congre- so, fué acogida su idea como locura; pe- ro Monseñor de Ségur pensó de otro modo, y haciendo suya tal idea, aportó para su realización los recursos de su ardiente celo y asombrosa actividad. «Dios quiso, dice un ilustre escritor, que el primer congreso formal eucarísti- co se celebrase en tierra de Francia, no tanto, por ser esta nación la hija primo- Vida de amor.—11.

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