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136 Contrición. lloré y de nuevo lloro, porque me obli- ga á ello el recuerdo de mi infidelidad y de tu amor sin tasa y sin medida, pues- to á disposición mía, como eterno y re- galado don. Sí, te adora..... aunque no con la vi- veza que deseara, y sí con lánguida y perezosa adoración... que no quisiera. Sí, te adora... como adora el niño el labio de su madre, que imprime en su frente el beso de regalado amor..... co- mo adora el cautivo la mano del ge- neroso mancebo que desata los grillos que le ataban á duro cautiverio, á omi- nosa exclavitud y á existencia de do- lor... como adora el ave el rayar de la aurora, que le obliga á lanzar torrentes de armonía, desde la fronda del bosque donde pasó la noche, y tiene el nido fa- bricado con cuidados para los hijos que cría, dándoles con sus plumas, abrigo y Sí, te adora, con la plena convicción de que te agrada aquesta, mi pobre, si bien sincera y rendidísima adoración.