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ET 424 Del cercado ajeno. rá consigo una partecita, una fruición anticipada. No puede unirse con noso- tros sin hacernos comprender algo me- jorla verdad, algo más el honor de la virtud y los goces del desasimiento. Ser más de Dios, es ser menos de sí mismo, de las vanidades Proa: y del pro- DIOTEaO:. oz es : z ¿Y cuál es el alma que no ha soñado en dejarse á sí para reemplazar su con- cha de egoísmo, de cobardía y tristeza por el olvido de su personalidad, por el valor en los sacrificios y por la pacien- cia y alegría en medio de las tribulacio- nes? Dios enseña todo esto, cuando se le escucha; todo esto es la purificación de la naturaleza, la victoria sobre la ma- teria, el triunfo del ángel sobre-la bestia. Subyugados ó á lo menos aquietados los sentidos, el espíritu se desembaraza, la criatura se hace más incorpórea. La inteligencia menos pesada, camina con más velocidad y más facilmente hácia las aspiraciones puras; queda más apta para enamorarse de los encantos de la belleza invisible, que adivina más allá de las formas terrenales. Tal es la virtud de la Eucaristía. Pero