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Pi SIE AREA AA da 118 Nuestra alegría. encontramos frecuentemente, y las du- das que nos agobian sin cesar... Nuestra imperfección ha de acompañarnos hasta el sepulcro; y en hora de turbación y abatimiento moral, es preciso buscar una luz que nos alegre y un faro que nos guíe. Jesucristo en el altar será siempre la luz de las conciencias y el faro sobre la tierra. La belleza es otro motivo de alegría que encontramos en el Santísimo Sacra- mento. ¿Qué es la belleza? Ruskin la definió: «es el sello de Dios en sus obras. Cuando Jesús llega al corazón de uma persona, imprime en él un sello. La Hos- tia es el sello sagrado con que se mar- can las almas predestinadas..... Ese sello produce la belleza espiritual y dá el va- lor correspondiente á las almas, como el sello real dá valor á los metales. Dios, dice Ovidio, ha dado rasgos su- blimes al hombre; una mirada que se orienta en el cielo y un rostro vuelto siem- pre hácia las estrellas. Eso en el órden físico; pero el moral nos dá otra belleza más estimable y nos pone el corazón en dirección al cielo y el alma hecha un re-

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