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114 Nuestra alegría. gozo y nuestro tormento. Es nuestro tor- mento, porque no lo podemos sufrir y nos obliga á buscar fuera de nosotros un apoyo. Es nuestro gozo, porque es el objetivo de la vida y el término de nues- tra inclinación interior, que quiere apo- yarse en la ternura. Digamos, empero, que las horas más amargas de la vida, las fabrica y prepara el amor. Hemos visto almas jóvenes en- sombrecidas á causa de las contrarieda- des amorosas; y hemos conocido tam- bién seres desgraciados, que llegaron hasta el suicidio por desengaños de amor. Necesitamos buscar la ayuda de nues- tro corazón en una alegría sana y en una ternura de pureza. ¡Oh Jesús, venid en mi auxilio y mos- tradnos vuestro corazón sacramentado! El mío, semejante á un vaso á la vez lle- no y vacío; tan pronto rebosa como se vierte y queda sin nada. Cuando se en- cuentra lleno, quiere prodigar de- su abundancia y lo pierde todo. Cuando se halla vacio, desea, llama, pide la li- mosna de otro amor..... Aquel es el mo- mento de sus entusiasmos, este es el de

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