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Capítulo XIV. 111 constantemente de los fuertes del Salva- dor. El mismo Padre celestial confesaba que Jesucristo era un Hijo muy amado en quien tenía sus complacencias, ¿no las tendrá el hombre? Si el Padre tiene en Vos todas sus complacencias, dice San Ligorio, ¿no las hallaré yo, de estar en vuestra compañía en este valle de lá- grimas? ¡Oh Señor, yo estoy á la puerta y lla- mo. '" Vengo angustiado y herido, bus- cando alegría en mis temores y penas... Fons letitice os llaman los doctores; fuen- te sois de gozo y de alegría, en medio de mis fatigas, derramad en mi unas gotas de ese néctar consolador y abrid- me vuestro pecho para que descanse en él. El corazón de Jesús Sacramentado es el ideal viviente del amor y de la ale- gría..... Es aquel corazón que se apare- ció ála Beata Alacoque, diciéndole: «Ved aquí el corazón que tanto ha amado á los hombres.» Basta contemplarle para llenarse de júbilo y de paz. Ese corazón abierto por la lanza, es la puerta franca (1) Apoc. HL.

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