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108 Pereza y temor. buír á los fines de la asociación de los Jueves EucARÍSTICOS? ¡El temor de la opinión! No reputo por malo el temer cómo se piensa de noso- tros. San Crisóstomo enseña que es me- jor temer esa opinión, porque temer el qué dirán puede ser un medio de con- servarnos en el deber. Cierto, no nos lle- va á la virtud «pero á veces es un obs- táculo para el mal». Dice un célebre es- critor que el tener miedo á la opinión, ayuda á tenerle á causa del juicio de Dios. Es verdad que será un temor hu- mano, pero no olvidemos que las cosas humanas también son medios para lle- gar á Dios. La lógica exige que el temor al juicio de los hombres, nos haga pen- sar en el juicio de Dios. Puedo añadir con el Abate Edelin que ño deja de ser gracia de Dios especial no despreciar el qué dirán. Pero cuando se trata de hacer una cosa buena hemos de recordar aquello de San Pablo: «En cuanto á mí, poco me importa ser juzga- do por vosotros» Claro que puede ha- ber error en los juicios que de nosotros forma el mundo, pero le temeríamos me- nos si fuéramos mejores. Desechemos,

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