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Capítulo XII. 103 no tienen aquella devoción que eso re- clama; que no son de las místicas. Pe- ro prontas están para otras cosas, que, aunque reclamen mayor espacio de tiem- po para prepararse y exijen mayor mor- tificación, son, con todo, más de su ta- lante y capricho. ¡Oh Jesus, de cuanta gloria os privan semejantes almas! De cuantos bienes se ven privadas, y á cuantos lances están expuestas esas personas! Si algo les importara vuestra gloria ó el bien de sus almas, allanáranse á ser más prestas á acudir junto á Tí, ya de mañana para la comunión, ya de tarde á la Hora Santa. Máxime cuando solo se les demanda esto una vez por sema- na, en ese hermoso día del Jueves, con- sagrado con tantos misterios..... Oid la voz de Jesús que dice: «Quien tenga sed venga á mi. IL Lo más lastimoso todavía, en las al- mas perezosas es, que no se contentan con no responder al llamamiento de Je- síús. Ellas, llevadas, sin saberlo, por un

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