BCCPAM000R02b-6-2300000000000

ATA 72 RAS A WA 96 Horas de esperanza... Así, ahora, piérdese la esperanza por la apostasía y la maldad. ¿Qué más dá que el Verbo haya venido, si quedándo- se en el altar es también objeto de ini- quidad? ¿Qué importa que esté en el Ta- bernáculo como áncora de vida, si rotas las amarras del corazón, nos lanzamos lejos de El, por las aguas del pecado? ¡Esperar en Dios! ¿Acaso dá el pecado derechoá la espzranza? Sin embargo, debemos esperar, porque la Hostia de salud es en el Tabernáculo víctima de propiciación. Es el sacrificio agradable al Padre, y la obra expiatoria de la Igle- sia. Cuando Dios no hallaba hostia agra- dable en las ceremonias antiguas de la ley, apareció el Hijo del Altísimo, dicien- do: « Ecce adsum.» He aquí que estoy. Me has adaptado un cuerpo que podrá sacrificarse, y con la sangre de mis ve- nas, te daré la satisfacción cumplida por los pecados del mundo. Según las leyendas antiguas, Prome- teo mismo esperaba, conforme á una an- tigua revelación, ver-cesar el castigo á que estaba condenado. Se le había di- (1) Esquilo Prometh, 873 y sig.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz