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Capítulo XIl. 93 Y “aunque este frío filósofo é historia- dor, encontraba algo bueno en medio de aquella corrupción, las abominacio- nes, sin embargo, más numerosas cada día, le oprimían el corazón. Refiriéndose á los dioses, exclamaban: Sí, hay dioses, lo cierto es, que dejaron de protegernos y que nos hacen sentir duramente la cólera.? Acaso más expresivo Tito Livio, afir- maba en la introducción de su Historia: Hemos llegado á una época en que ya no podemos sufrir nuestros vicios, ni to- lerar su remedio. Séneca, preguntando si humanamente hablando, había aún salvación, dió ésta desconsoladora respuesta: «Necesitamos de alguien más fuerte que nos tienda la mano y nos liberte.»“ En medio de estas expresiones que in- dican que el mundo carecía de esperan- za, Cicerón exclama: ¡Qué júbilo para el mundo, si pudiese un día ver la virtud perfecta y viviente!” (1) Annal 16—16. (2) 14-13, (3) Ira. 3. 8. (4) Tin. 5--24, 69. E nn Y AÑ l E 1 Y y
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