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92 Horas de esperanza... Existía, por fortu: 12, un Dios no for- mado por los hombres; y aunque carecía de derecho á esperar en un auxilio, aquel mundo que por tanto tiempo había pres- cindido de ese verdadero Dios, sin em- bargo, cundió por las conciencias una centella de luz que atrajo sobre las al- mas un recuerdo de esperanza. Laoconte!') en su desesperación, no es- perando nada de la tierra, dirige su mi- rada al cielo. Laoconte simboliza la hu- manidad, y sus ojos cerrándose á la luz material, dan lugar al pensamiento para percibir la esperanza de un Salvador..... La divina Escritura lo llamó: «Espec- tatio gentíium.» Cuando por tercera vez cerró Augus- to las puertas de Jano, había llegado á último término la corrupción de la épo- ca gentílica. «Tal es el amargo juicio de Juvenal. Omne in preecipiti vitium stetit. Tal es también el parecer de Tácito «Corruptissimo seeculo.» (1) Laoconte, no suponen los poetas haber y vido en los últimos tiempos del pagar , Sino durante la guerra de Troya (2) (Il. 149.) (3) (Histor. 2,—37.)

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