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Capitulo XI. 89 es el consuelo de los humanos, porque allí late y vive el Dios de toda consola- ción. De ser el Cristo eucaristico Cristo Dios, resulta, según Blosio, que en El está toda la Trinidad. «Tota Trinitas in- habitat ipsum corpus Christi quia tota divinitas in eo est. ¡Oh divina y estupenda realidad! ¡Oh celeste delectación..... Dios Sacramenta- do.....! con cuánta razón exclamaba San Buenaventura, que erais dulzura y sua- vidad de la mente, ardor é inflamación del pecho..... luz y claridad de los ojos, de los oi 9s dulcísima sinfonía..... Hostia odorifera para Dios Padre..... ¿Por qué, Señor, no estaremos ya convertidos en tu amor? ¿Por qué hay nada que no sea amor tuyo? ¿Cómo po- demos pensar y meditar en otra cosa? ¿Por qué no estamos ligados y como en- cadenados á los Sagrarios donde está el Cristo verdadero, el Dios del Evangelio y del corazón? «¿Cur ego non sum illo illaqueatus et captus?» Confírmese, pues, mi alma, diré con San Agustín, entre tantos misterios con un

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