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De El Misionero principal tomará el crucifijo y se dirigirá hácia el púlpito; allí lo cuelga del clavo y diciendo, «sea entre todas las co- sas» etc. principiará su sermón con el Ave María y tomará el crucifijo al tiempo de los afectos haciendo con el auditorio un fervo- roso acto de contrición. Inmediatamente entonan los cantores el «perdón, oh Dios mío,» baja el Predicador del púlpito con el crucifijo, lo entrega al Sr. Cura Párroco y colocados ambos Misioneros á su derecha 6 izquierda como al principio, salen de la Igle- sia con el pueblo hasta la casa de los Misio- neros, en cuya puerta toma el crucifijo el Misionero principal y después de darles al- gunos consejos referentes al sermón predi- cado, bendecirá al pueblo exhortándole á que se retire en el más profundo silencio y recogimiento. 11 Tal es el mótodo que debe observarse en nuestras Misiones Capuchinas, según nos han enseñado nuestros insignes 6 ilustres redecesores S. Juan de Capistrano, S. José e Leonisa, S. Lorenzo de Brindis, el Vene-. rable Padre Carabantes, P. Santander, el Beato Diego de Cádiz y otros beneméritos Franciscanos Conventuales, Menores y Ca- puchinos, como S. Joséde Cupertino,5. Leo- nardo de Puerto-Mauricio, el P. Areso y S. Fidel de Sigmaringa sin excluir al Vene-

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