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visto y oído el dicho asunto y lo por él deter– minado y asentado, se acordó que, atento que esto está ya ordenado por el asiento dicho, se guarde y ejecute a la letra. Y para que tenga efecto, cometieron al Sr. Arcediano de Palencia que, mañana domingo, guardando y ejecutando lo contenido en dicho asiento, ponga en nombre del cabz'ldo a dicho maestro de capilla en la di– cha silla primera baja del coro del Sr. Obispo y de los dichos racioneros, sin que haya répli– plica ni dilación. Con lo cual se disolvió este cabildo» (1'6). A 'los racioneros no gustó el puesto que se ,Je daba al nuevo maestro y piden «se mire mejor 'lo de la silla del maestro de 'Capilla» CI 7). Tres meses más tarde insisten de nuevo los racioneros sobre «!la silla del maestro de capilla» (18). Pero el ca– bildo ordena que e'l «p'leito con los señores racio– neros sobre 1a silla del maestro de capilla no se siga» Cl 9). El tremendo escándalo Poco ,tiempo duró Juan Vida•! de Arce a1 frente de su 'Capilla. Un suceso, cafüicado por el cabi:ldo «por el más grave y atroz que había sucedido en esta Iglesia [Pa,lencia] desde su funda'Ción», truncó e1 magisterio palentino de Vida1 de Arce. Todo se debió a un altercado, a un quítame allá -no esas pajas- , sino ese libro. Después de las pa'iabras que «llegaron a decírselas tales, que por su feal– dad ni se deben decir ni escribir» - llegó el cor– netaza del ministril sobre el maestro. Este persi– guió furibundo a.¡ ministril por el coro y fuera de él, durante 1a misa mayor, «·con ruido, escánda!lo, turbación y a%oroto del oficio divino y de 1os que estaban en e1 coro y fuera de él». Léase e1 acta concerniente, ejemplo de relato vivo y sugestivo. «Delito del maestro de capilla y Francisco, ministril en el coro». «Este dicho día [20 de enero de 1606] y ca– bifdo, presentes los señores Deán [Sigue la lista de asistentes], se refirió que hoy, día del glorioso mártir San Sebastián, estando diciendo la misa mayor, acabando de decir el evangelio de ella, luan Vida! de Arce, maestro de capilla de esta santa iglesia y Francisco Ruiz, ministril de ella, se habían encontrado en palabras sobre si había de quitar. el libro de los ministriles que había puesto en el facistol del canto de órgano, para (16) lbidem, fol . 28' . ('17) lbidem. (18) lbidem, fol . 7' (Jueves, 23 de febrero de 1606). CI9) lbMem (!Lunes, 27 de febrero de 1606). tañer los ministriles en él el ofertorio o no. Y de unas en otras habían llegado a decírselas tales, que por su fealdad ni se debían decir ni escribir, de modo que forzaron al dicho minis– tril a que, con una corneta con que se halló en las manos, diese con ella al dicho maestro de ca– pilla, el cual se fue luego contra el dicho minis– tril que, retirándose y haciendo ademanes de de– fenderse, llegaron el uno tras el otro hasta salir por la puerta principal del coro al crucero, con mucho ruido, escándalo, turbación y alboroto del oficio divino y de los que estaban en el coro y fuera de él, sin advertir al lugar a donde es– taban ni al hábito con que dicho maestro se hallaba. Y habiéndose sus mercedes informado de los señores que se habían hallado presentes más cerca y habían oído todo lo que había pa– sado, y que había sido así, le guzgaron por el más grave y atroz que había sucedido en esta iglesia desde su fundación , y así convenía hacer en él una grande demostración que fuese castigo a los susodichos y ejemplo a los demás, y que aprendiesen el respeto y reverencia con que ha– bían de estar en el coro y oficios divinos. Sobre lo cual hablaron, dando sus votos y pareceres en particular. Y habiéndolos dado, considerando el sacrllegio y ponderando mucho la atrocidad y gravedad del delito que habían cometido en presencia de la Majestad Divina y celebrándose el santo sacrificio de la misa y en los ojos de todo el cabildo que presente estaba y otras cir– cunstancias, acordaron de votar por habas se– cretas si los dichos maestros y ministril serían despedidos del ser,vicio de esta santa iglesia. Y habiéndolo votado, por todos los votos que hubo en este cabildo, nemine discrepante, por gracia salió acordado sean despedidos del servi– cio de ella, como imiignos de la merced y favor que en ella se les ha hecho, y que desde hoy en adelante queden despedidos y los salarios que en ella tenían y gozaban vacos, para los proveer como más convenga. Con lo cual los dichos maestros de capilla y ministril quedaron despe– didos del servicio de esta dicha santa iglesia, según dicho es, y este cabildo se disolvió» (20). El maestro despedido quiere sincerarse y pide permiso para hablar en 'Cabi 1 Ido; pero éste se fo nie– ga. Véase el acta que de ello trata. Parece que en ,la decisión de despedir a Vida! de Arce habían en– trado otras razones, además de 1a reyerta en el coro de '1a catedraiJ. El nuevo maestro no debía de desempeñar su oficio a satisfacción del cabi'ldo. Su ejem¡ylo no era el mejor para «criar, enseñar y doctrinar a fos niños de coro que estaban a su cargo». Con esta oportunidad, el cabi'Ido ordena que no se pongan nuevos edictos, sino que se haga diligencias para ,i,nformarse de nuevos maestros. (20) lbidem, fol . 3• y 4'. 115

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