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puede favore..:er a una vivencia in– tensa de fraternidad franciscana. La respuesta a este reparo tal vez pu– diera ser la siguiente: al menos esta– mos ayudando a la Iglesia local de Corpus Christi en una de sus parro– quias más pobres y menos deseadas por el clero diocesano. Y también eso es franciscanismo. (Nota: Después de escrito lo ante– rior, recibimos una nota del Pa– dre Angel de Ucar, diciendo haber hecho censo de todas las familias de las tres Misiones, y eran 246. El mismo reconoce que tal vez se metió en mies ajena y censó al– g~mas familias que no eran pro– piamente de nuestra jurisdicción). derable de mexicanos, llamados «wet backs» o «espaldas mojadas» o «mo– jados» (actualmente «ilegales»), por haber pasado a nado ilegalmente el Río Grande, la frontera; muchos acu– den a los servicios religiosos en nues– tras iglesias... Existe todavía otro grupo, que no pertenece geográfica– mente a nuestras parroquias; sin em– bargo se llegan a las mismas por mo– tivos de raza y cultura, y porque les gusta escuchar el español. IV NUESTRO APOSTOLADO EN TEXAS Lo que ha sido nuestro campo de apostolado durante los 25 años pasa– dos está descrito acertadamente en las páginas 456 a la 458 de la reseña «LA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA - CANTABRIA - ARA– GON». Copiamos: «Texas es uno de los mayores Estados de Norteaméri– ca, con una extensión territorial bas– tante mayor que España y sus pose– siones. La población es de doce mi– llones de habitantes. La lengua oficial es el inglés. Pe– ro existe un problema lingüístico importante. Los mexicanos naddos en México, que han llegado a Texas de mayor es, hablan casi exclusiva– mente el español; como también al– gunos que, habiendo nacido en Texas o no fueron a la escuela o la aban~ donaron muy pronto. Hay también algunos que estudiaron en escuelas americanas, pero prefieren el espa– ñol, sobre todo en la iglesia. Además de esta población, más 0 menos estable, existe en nuestras parroquias un grupo bastante consi- 12 La mayoría de los mexicanos siente la religión católica; son bau– tizados, pero la instrucción es super– ficial... Tienen interés en bautizar a sus hijos, confirmarlos y prepararlos para la primera comunión. Después, ya es otra historia. Abundan los ma– trimonios -civiles y los divorcios, Y bastantes cambian de religión, pa– sándose a los protestantes. En las grandes ciudades de Texas más del 92 % y en las poblaciones rurales el 98 % son protestantes o sin religión... Por otra parte, la mayoría de nuestros feligreses de habla espa– ñola es gente sencilla y de poca cul– tura, con principios religiosos débi– les Y falta muchas veces de recursos mateTiales, teniendo por c o n t r a complejo de inferioridad por la raza Y la lengua. La situación es peligro– sa. Si estas familias no están aten– didas por un sacerdote activo Y celo– so, se pasan con facilidad a sectas protestantes, siendo después muy di– fícil volverlos a la fe de sus padres. De ahí la importancia de nuestro apostolado en Texas». Toda esta descripción encaja per– fe':t~mente en la -composición demo– grafica de las cuatro parroquias que comprende nuestra fundación, ha– cien~o excepción del grupo de ascen– dencia Y lengua inglesa que pertene– cen a la parr oquia del Perpetuo So– corro (un 40 % ?) y otr o grupo me– nor en la de Santa Teresa de P r e- mont. Con est a materia prima entre ma– nos se deja ent ender cómo n uestr o apostolado no ha s ido ni puede ser

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