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facciones: era que la maravillosa apari- ción acababa de manifestarse á sus ojos. Veia á la misma Señora resplandeciente de una gracia celestial, de una belleza sin igual. Sus piés descansaban en la roca dentro del nicho. “Mirad, exclama Bernarnita, ahí está” Pero ¡ay! á sus amigas no les era dado contemplar tanta hermosura, y no pudieron ver lo que extasiaba á Bernardita. Recibiendo ésta de una de sus amigas el agua bendita, roció á la Aparición, diciendo: “Si venís de parte de Dios, acercáos”. Á estas pa- labras, la Virgen graciosamente se in- elina varias veces y se adelanta casi hasta el borde de la roca, pareciendo que se sonreía. “¡Si venís de parte de Dios, acer- cáos!” repetía Bervárdita; y luego pros- ternándose, como subyugada por aque- lla ¡inefable hermosura, continuó re- zando el rosario, que la Virgen pa- recía escuchar, deslizando ella tam-

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