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=—- 18= ralos, alma mia, cémo sufren el castigo, que merecen sus culpas, con rabia y desesperacién y en- tre ma'diciones y blasfemias. Uno de ellos, e! que se halla a la dere- cha de Jestis, viendo la paciencia — con que sufre aquel tormento, su humildad y resignacién etre tan acerbos dolores, y sobre todo su bondad y caridad en rogar al Pa- dre por aquellos mismos, que le habian crucificado, y que seguian todavia denostandole e hiriéndo- — le con sus lenguas, ya que no po- dian hacerlo con las manos, se con-— movi6 profundamente, y dirigién- dose a su compafiero, le dijo: Nos- otros sufrimos lo que merecemos; pero este no ha hecho mal alguno. Y volviéndose compungido a Je- | suis, afladié: «Acordaos Sefior, de mi, Cuando estuvieréis en vuestro — reino.» Y Jestis hablé para contes= © tarle, la segunda de sus palabras en la cruz: «En verdad te digo, que hoy serda conmigo en el Pas raiso.» {Qué consuelo debe ser al-