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53 haciéndole una respetuosa violencia, se lo arrancaron de los brazos, yem- balsamandolo con preciosas aromas lo envolvieron en una sabana, y le cubrieron el rostro conun sudario, segin era costumbre de los Judios. Terminados estos preparativos, ordénase el ftiinebre cortejo en di- reccién 4 un huerto cereano, donde estaba el cepulero, en gue habia de colocarse aquel sagrado depésito. Van en primer lugar los discipulos, llevando en hombros las andas con el cuerpo de Jestis, multitud de an- geles asisten invisiblemente 4 las exequias de su criador, muerto por la salud de los hombres; siguen la Magdalena y las otras santas muje- res, y en medio de ellas va la dolorosa. Madre en pos del féretro, quebran- tando los corazones de todos verla tan afligida. Llegados al huerto sobredicho, colocan el sagrado cuerpo en un sepulero nuevo, que José de Ari- motea tenia labrado para si, y que

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