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48 esta muerto, les dice, no le que- bréis las piernas: no le ultrajeis mas; tened lAstima siquiera de esta pobre Madre. Y sin atender su rue go, ni hacer caso de sus palabras, uno de los soldados enristrando fieramente su lanza, Ja arroja con impetu contra el pecho desnudo del Salvador; hundiéndosela hastael corazon, del actual brotéd la poca sangre que quedaba en aquel sagra- do relicario de la Divinidad, y un poco de agua, agua verdaderay mi- lagrosa para lavar nuestras almas. Estremeciése la Cruz con la fuerza del golpe y el corazén de la Virgen quedo taladrado con aquella lanza- da. Tan acerbo fué este dolor, que pretenden los Santos Padres y en- tre ellos 8. Bernardo, que esta fué propiamente la espada vaticinada por Simedn; espada no de hierro, sino de dolor, que traspasé su al- ma bendita en el corazén de Jests en donde ella habitaba siempre. Al caer de la tarde vinieron José

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