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35 por Dios para la redencién del gé- nero humano. Esforzad, Madre do- lorosa, vuestro corazén para hacer frente 4 la tribulacién grande que se avecina. ' Terminada la cena en que Je- sts instituy6 el Smo. Sacramento, antes de salir del Cendeulo con sus diseipulos para dirigirse al Huer to, donde habia de dar principio 4 su Pasidén, se despidié de su Ma- dre amantisima entre llantos y so- llozos, al fin como para ir a la muerte. Meditando San Buenaventura lo que haria la Virgen Sma. en aquella noche, le dice: «La pasaste sin dormir, y mientras los demas estaban entregados al sueno, ti es- tuviste velando» Por la manana algunos discipulos venian 4 traerle nuevas de su Smo, Hijo, pero lay; todas nuevas de dolor. El uno le contaba los ultrajes que habia sufrido en las casas de Anas y de Caifés; el otro los despre- = a sill
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