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a a 54 La bendita Aparicion sonrié sin contestar. Animada por su bene- volencia, Bernardita insistié: ‘Oh Sefiora, {queréis tener la bondad de decirme vuestro nombre?” Los res- plandores de la Aparicién aumenta- ron, como si fuese creciendo su ale- gria; pero tampoco respondié. Ber- nardita, extasiada ante esta hermo- sura, redobl6 sus instancias, pro- nunciando por tercera vez estas palabras: ‘“‘Sefiora, jqueréis tener la bondad de decirme cual es vuestro nombre? Apesar de tantas instan- cias, la Aparicién permanecfa silen- ciosa. La nifia, como si una inspi- raci6n superior la guiara, por cuarta vez dijo: “jOh Sefiora! os lo suplico, .queréis tener la bondad de decirme quién sois y cémo os llamdis? A esta Ultima suplica, la Aparicién despleg6 las manos, suspendié del brazo derecho el rosario, abrié los brazos y los incliné al suelo, como para indicar las bendiciones que _ derramaria sobre la tierra. Después,

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