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46 to a nuestro orgullo, como habernos de humillar a confesar nuestros pe- cados al ministro de Dios. Mas, jOh! Si los pecadores supiesen las de- licias que estan escondidas en la pis- cina saludable de la penitencia, cier- | tamente se apresurarian a lavarse en E ella y purificarse de todas sus culpas; _ si econociesen el riquisimo don que Jestis les ofrece; si acudiesen a la in- vitacién que les hace Jestis dicién- ’ doles: “‘bebed de esta agua’’, se con- vencerian de que la alegrfa y paz in- ; terior que se halla en el sacramento . de la penitencia, excede a toda paz r y alegria humana, y que los consue- los que proporciona, son sobre todo encarecimiento. Haced la prueba, Me pecadores, y lo experimentaréis. i Que sea el principal fruto, que sa- I quemos de esta Novena, el hacer en be obsequio a la Virgen Sma. una buena confesién antes de terminarla. Meditese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea aleanzar por medio de esta Novena. fs ¥ pe “*
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