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26 “Pregiintala si le molesta que este- mos aqui contigo’. Bernardita mira a la Virgen y des- pués de breve rato, contest6: ‘‘Po- déis quedaros’. Las dos mujeres se arrodillaron y encendieron un cirio bendito, que hab{fan llevado consigo. Adelantandose la nifia, a instancia de sus companeras, y recibiendo de éstas el papel, la tinta y la pluma que le daban presenté estos objetos a la Aparicién, diciéndole: ‘‘Sefora mia, si tenéis algo que comunicarme, quisiera que tuvieseis la bondad de escribir en este papel, quién sois y qué deseais’’. La Virgen se sonrié6 al oir tan sencilla peticién y entre- abriendo sus labios dijo: ‘‘Lo que ten- go que decirte no es necesario escri- birlo. Hazme tnicamente el fa- vor de venir aqui durante quince dias”. “Os lo prometo’’, respondié Bernardita. “Y yo a mi vez te prometo hacer- te dichosa, repitié la Virgen, no en este mundo, sino en el otro’. Ber-

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