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6a Sn error indica también su obcecacién. Don Carlos ey“Maria Isidro, en sus Manifiestos a su ejército ya los oe nunea habl6 de los derechos de los. vascos. nel ‘el ie. isabelino, vieron con alguna claridad el motivo que guiaba a los voluntarios. Zumalakarregi lo manifest6 al mismo don Carlos; y Txurruka, en ‘una carta dirigida a Argiielles, Olozaga y Gomez Acebo, politicos espafoles. (8). También el Gobierno espafiol matt aquel caracter como lo demostré lo suecedido con - don José Antonio Mufagorri. Era éste un industrialy _ eseribano de Barastegi, que trabajé, unas veces sae ~ enenta propia, y otras por cuenta del Gobierno por se- parar de Ja cuestién dindstica la cuestién de los fueros 0 de la independencia de los vascos. ‘Su bandera fué de - Paz y Fueros, con Ja cual quiso atraer a los vascos, que ilitaban en los dos partidos contendientes. El Go- ; bierno de Espafia supo aprovechar su actividad para | que los vascos abandonaran a don Carlos, pues se le prometia respeto a su libertad. Mufiagorri no tuvo éxi- en su iniciativa. Murié asesinado el 14 de Octubre La guerra carlista, identificando la causa de la li- bertad vasea con la de la sucesién a la ‘Corona de Es- pafia, ha sido uno de los sucesos que han trastrornado mas profundamente la mentalidad vasea. El descenso : e la conciencia nacional desde la guerra carlista fué ero, asi como los jefes que dirigicron el partido des- ués de la paz. los garteint vaseos. aun los mas ilus- iones de los Estados vascos durante la guerra dé eis aiios. Don Carlos Maria Isidro goberné en Eus: nal: sin resveto oe a los preceptos de dichas Cons- ah guerra, 11 de Pabrero de 1834, cometié wun gravisimo atentado ala Constitucién de Nabarra, declarando trai- Diputacién, por haber aconsejado a los nabarros que defendieran el derecho de Isabel. Con su deereto con- _ enleaba Zumalakarregi varios precepttos de la Cons- _ titneién nabarra, (9). 271, El Estatuto Real, — So lama ‘‘Estatnto Real”’ ina \Constitucién politica que dofa Maria Cristina, -Regente del Reino, en nombre de dofia Tsabel, publicé om de Atbril de 1834. Por el Estatuto Real se daban - normas” para la eleecién de Senadores y Diputados. Des- de un principio se obligé a Nabarra a aceptar el ‘‘Bs- 4— tatuto Real’’. La Diputacién de Nabarra, viendo que 8a) aeeptacion equivalia a matar la independencia le- _ gislativa del Reino, se resistié a admitirlo. Si situacién _ era muy comprometida. Por su parte, los carlistas Ja a consideraban como traidora y digna de muerte; de otra, los liberales pedian violentamente que se acepta- se el ‘‘Estatuto Real’’. No obstante. la Diputacién lo _ Techazé porque era traicionar a Haters. El Ayunta- Capitan General del ejéreito espanol, dié el eseAndalo de publicar solemnemente el ‘‘Estatuto Real’’ y la con- vocacién a Cortes (10 de Junio de 1834). _ La Diputacién seguia luchando con el Comisario Re- gio, Jerénimo de la Torre de Trasierra, quien exigia todos los dias el nombramiento de Diputados y Sena- dores para. las Cortes espafiolas (10); en caso de no obedecerle, la Diputacién ‘‘pondré en uso (decia), las amplias facultades que S. M. se ha dignado conferirme sin tener ya mas consideraciones a las personas que ecomponen la Corporacién, cualquiera que sean los pre-— textos a que se acogen para eludir la primera obligacién de obedecer los mandatos y 6rdenes expedidos a nom- bre de la Reina Nuestra Sefiora, de que los juramentos y los ridiculos encargos de sus comitentes no han po- dido dispensarles’’. La Diputacién fué cediendo en asunto de tanta importancoa; y el 30 de Junio de 1834 se hizo la eleccién de los Senadores y Diputados, como se establecia en el ‘‘Estatuto Real’’. Tgual violencia se empleé por parte del Gobierno de Espafia para obligar a los demfs Estados Vasecos a la aceptacién de dicha disposicién del Gobierno. El Co- -misario Regio de Gipuzkoa reprendié a la Junta re- unida en Tolosa porque. no queria recibir el ‘‘Estatuto en toda su integridad, lo cual ‘‘era enteramente opues- to a las regalias de Su Majestad’’. : 272. Convenio de Bergara. — Maroto estaba en inte- ligencia con el General Espartero, jefe del ejéreito isabelino, desde el mes de Enero de 1839. Maroto iba preparando e] fin de la guerra. Las relaciones con don Carlos se hacian cada dia més tirantes. Todos descon- fiaban de su fidelidad. Por su parte, procuraba pre- parar al ejército para una préxima paz. -E] General Espartero tampoco descansaba. Como don Carlos, exploté el amor de los vaseos a la independen- cia para aleanzar sus fines. Por eso, lanzé en Brnani una proclama que decia: “Vascongados ; estos mismos que no se cansan de engafaros, os dicen ane pelais en defensa de vuestros fueros; pero no lo credis. Como Goe- neral en Jefe del Ejército de la Reina y en nombre de - su Gobierno os aseguro que estos fueros que habéis te- mido perder, os serfn conservados y que jamfs se ha pensado en despojaros de ellos.’’ (19 de Mayo de 1837). Espartero y Maroto seguian engafiando a los vascos. Maroto, aunque se habia retirado del servicio de don Carlos, continué trabajando eon Espartero. Las con- dieiones principales que Espartero establecié fueron: a) el reconocimiento de todos los grados, condecoracio- nes y pagas de los Oficiales earlistas, que se pasaran al ejército isabelino; los que prefirieran retirarse a sus casas, podrian hacerlo; b) la entrega a Espartero — de todas las armas y depésitos de municiones y arma-— mentos; ¢) Espartero se comprometia a recomendar a las Cortes espanolas la concesién, 0 modificacién de los fueros vascos. Los dos ejércitos se reunieron en Bergara, vablaeida de Gipuzkoa. Formados uno en frente del otro, hablé Espartero a los vascos, diciéndoles: ‘‘No tengis cuil- dado, vascongados : vuestros fueros serfn respetados y conservados ; y. si alguna persona intentara moverse contra ellos, mi espada seré la primera que se oe. e

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