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-eias para Euskadi. La muerte del Rey, suceso que tan- tas veces habia ocurridé6, perturbé hondamente la mar- - eha de Euskadi. A la muerte de Fernando VII se dividieron los espa- fioles en dos bandos; isabelinos y carlistas. Los isabeli- nos 0 liberales defendian el derecho de sucesién de !a hija de Fernando VIII, dofia Isabel; los carlistas, ne- -gando ese derecho, defendieron el de don Carlos Maria Isidro, hermano de Fernando VII. Se apoyaban los ecar- listas en que la Ley Sélica regia en Espafia. El pleito le sucesién a la Corona se complicé con la cuestién re- ligioso y politica, pues mientras los liberales, en su gran nayoria, eran amigos de novedades en materia de go- bierno y de religion, los carlistas eran partidarios del _ absolutismo real ‘y exaltados catélicos. Estos motivos eontribuyeron a que fueran muy profunda la divisién de los espafioles. yee ‘Los levantamientos comenzaron muy pronto en favor el Infant edon ‘Carlos. Aquella guérra se llama la 265. La Ley Salica, — Los vascos no tardaron en mez- elarse en la solucién del pleito dindstico, Carecian de jefes politicos con vivo sentimiento de las convenien- -vascos entonces se gobernaban a si mismo con sus Jun- as y Constituciones propias. Su equivocacién mas grave y dafiosa consistié en in- resarse en admitir para su gobierno la Ley Salica, apartaban de la tradicién vasca, que siempre que las - eireunstancias lo habian requerido, las habian tenido - eomo Reinas, o Sefioras. La historia y el derecho vascos indicaban a Isabel,como legitima sucesora de Fernan- do Vil. : _ 266. Carlistas y Liberales. — Como en tiempos. anti- -guos los beaumonteses y agramonteses y los Parientes Mayores ocasionaron graves dahos a Euskal-Erria; asi en el siglo XIX estos dos partidos han sido causa de la ruina de la independencia vasca. Los dos carecian de ideas netamente vascas; en punto a cOnciencia na- ional, los dos carecian de ella. Pero no cabe duda de que los liberales cometieron falta mayor. Eran admira- _ dores de Godoy (1), defendian sus ideas contrarias a la independencia vasca; querian nivelar el régimen vas- co con el de las provincias espafolas; fomentaban el - imperialismo de los Gobiernos de Madrid. Por esto, de- _fendieron con tanto entusiasmo la Constitucién de Ca- diz. En San Sebastian quemaron el libro de los Fueros; la Junta General de Bizkaya proclamé la Constitucién _ de Cadiz, apoy4ndose en que los principios de dicha Constitucién y de los de la bizkaina guardaban ma- ravillosa uniformidad; en Nabarra fué mas lejos la Di- putacién formada de partidarios de Espoz y Mina, pues pidié a la Reina la total extincién de la independencia nabarra. (2). Este partido no era nuevo en Enska!- : irria, venia formandose desde principios del siglo XIX. La idea de que no era conveniente mantener integra — iba abriéndose camino entre — la independencia vasca, los liberales vascos. Al lado de este partido, favorecedor de los extran- jeros, se formé otro partido defensor de la independen- cia vasea. Sus antecesores deben buscarse en los vas- eos que rechazaron la Constitucién de Cadiz. Desde el ; tiempo de Carlos IV venia formandose ese partido po- pular a causa de los contrafueros diarios, que come- tian los Gobiernos de Espana. La parte menos caste- llanizada del pueblo estaba siempre dispuesta a pro-— testar con las armas en la mano contra los planes de los extranjeros. ‘ 5 Sin embargo, no defendian ninguna causa funda- mental vasca. El pleito dindstico lo tenian resuelto en _ los Cédigos vascos. Como nunea los Estados vaseos ad- mitieron la Ley Sélica y como a la muerte de Fernan- do VII se gobernaban atin con leyes propias, la tinica sucesora legitima de Fernando era dofia Isabel, su hi- ja. Por lo que hace a Nabarra, el Virrey, don Manuel Llauder, recordé a la Diputacién la legitimidad de do- fia Isabel atin bajo el] aspecto de la legislacién del Rei- — no (3 de Noviembre de 1832). Pero quien en aquellas — circunstancias tan graves defendié con mas autoridad. el derecho de dofia Isabel, fué el letrado de la Diputa- cién, doctor Angel Sagaseta de Ilurdoz, varén notabi- lisimo. por mas de un concepto. (3). Se traté de con- vocar Cortes Generales; pero los mismos carlistas te- | mian su reunién, pues ‘hubieran proclamado la legiti- midad de dofia Isabel. ie Por la causa de don Carlos Maria Isidro se incliné la mayoria del pueblo y del clero. La Diputacién de Nabarra proclamé solemnemente a dofia Isabel I de Nabarra y II de Espafia (2 de Marzo de 1834). (4). 267. Desarrollo de la guerra. — Muerto Fernando VII, | goberné Espafia su esposa, dofia Maria Cristina, como - Regente hasta la mayor edad de su hija dofia Isabel. El alzamiento carlista estallé6 en Talavera de la Reina el dia 3 de Octubre de 1833. Inmediatamente repercuti6 en Euskal-Erria, cuya juventud se alist6 llena de en- tusiasmo en Jas filas del Pretendiente al trono espafiol. El ejército carlista, que operaba en el Pais Vasco, s2 eomponia de unos 30.000 hombres a los pocos meses de comenzar la guerra. El valor que demostraron los — vascos en la lucha fué asombroso, Tenian que luchar no sélo contra el ejército espafiol, sino también contra — otros vascos, partidarios de dofia Isabel. Mal equipados _ e instruidos resistieron a los mejores generales del ejér- “a CT, cito espafiol y a soldados perfectamente instruidos, Co- mo no tenian abundancia de municiones, hacian uso muy frecuente del asalto a la bayoneta. El volver la espalda al enemigo, proferir durante la batalla pala- — bras de desaliento, no obedecer a la orden de acometer a la bayoneta, no defender todo lo posible un puesto, dejar impunes los dos primeros delitos citados, se easti- gaba con el fusilamiento inmediato. (5). Los batallones espanoles se deshacian al choque con los voluntarios — vascos. Ningiin General lograba acabar con los carlis- tas, con frecuencia se sucedian unos a otros en el man- do; ‘Sarsfield, Valdés, Quesada, Rodil, Espoz y Mina, — Valdés, por segunda vez. La guerra parecia ‘‘destina- da a gastar el concepto militar de los Generales, que

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