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LECCION QUADRAGESIMA SEGUNDA SUMARIO.—Estado de Euskadi a Gitimos del siglo XVIII y principios del XIX. — El! separatismo de Etxabe y Romero. — Causas del decaimiento nacional. — Asamblea de Bayona. — Constitucién de Cadiz. — Su derogacién por Fernando Vil. — Conducta de Espoz y Mina. — Primeros atropellos a la indepen- dencia vasca. 256. Estado de Euskadi a filtimos del siglo XVII y principios del XIX. — ‘Si bien es cierto que en siglos anteriores al XVIII los vascos carecieron de directores con clara econciencia nacional, a fines del XVIII llegé este defecto a su apogeo. Nunca como en aquellos anos hablaron las Juntas de los diversos Estados con tanta bajeza; la ausencia de dignidad nacional y patridtica és la nota culminante de las relaciones entre las Jun- tas y los Soberanos de Espafia. Cuando se dirigieron a Carlos IV, se arrastraban como esclavos ante el Sobera- no de Espafia; al leer sus f6rmulas y sus frases, se ve que ninguno de los representantes de los vascos estaba | animado del espiritu vasco; su mayor felicidad consis- tia en recibir una sonrisa de la sagrada persona de Car- los IV; preferian el contento del Rey de Espafia a la conservacion rigurosa de la independencia vasca. Las clases influyentes se hallaban totalmente descastadas. Al Rey de Espafia, que para los vascos significaba muy poca cosa, le iban entregando nuevos poderes sobre la nacionalidad vasca. Asi, por ejemplo, la Diputacién de Bizkaya escribia a Carlos IV: ‘‘Si el Rey, nuestro Sefior, quiere que en * enalquier caso se le resista (al ejército francés), hasta que todos mis naturales derramen la viltima gota de su sangre, contribuiré a ello con el mayor gusto, porque de ninguna cosa me glorio més que de conservar la lealtad que siempre me ha earacterizado.’’ (4 de Julio de 1795). La ceguera nacional se manifesté también en Ja Jun- ta de Motriko, celebrada ilegalmente como protesta de la de Getaria; Motriko se declaré por Carlos IV, a quien titulaba su Rey; llamé a Espaiia, su Patria, y ad- mitié a los eclesidsticos a las reuniones, lo cual se opo- nia a la Constitucién de Gipuzkoa. Y la Junta de Mon- dragén no quedé satisfecha sino enviando a Carlos IV un mensaje de adhesién, en el que se le decia: ‘‘Aman mis naturales mfs que la vida la Relisién santa, y mientras la sangre corra por sus venas, nunea dejaran de ser vasallos de Vuestra Majestad. La desgracia de que hubiese algunos miembros que hayan podido faltar a los deberes mds sagrados, no debe desposeer a un Cuerpo, el mas fiel y que se halla ansioso de sacrificar- se por el servicio de su Rey y Senor, del lugar que siempre han ocupado en el eatélico pecho de Vuestra Majestad.’’ (1° de Septiembre de 1795). Las Cortes de Nabarra también dieron muestras del estado general cuando escribian a Carlos IV, después de un fracaso del ejéreito espafiol, que operaba en el Reino: ‘‘... Nos han eubierto de gozo las tiernas y afectuosas expresiones con que V. M. derrama sus pa- ternales desvelos hacia esta noble porcién de su Coro- na, ratificando en ellas la alta idea que tiene de nuea- tra inviolable fidelidad, de que rendimos a V. M. las mas sinceras gracias; y excitados de los mismos senti- mientos de honor, suplicamos rendidamente a V. M. tenga la bondad de dispensarnos el inocente desahogo de manifestar a su Real clemencia lo irreprensible de nuestra conducta... ... logramos con ella inflamar los 4nimos de nuestros naturales, hasta el glorioso ex- tremo de desear con ardiente ansias sacrificar sus vidas en obsequio de V. M.’’ (17 de Julio de 1795). ‘Una noticia que nos ha trasmitido el historiador Za- - makola indica el grado de postracién nacional; por él sabemos que muchos de los vascos ‘‘enviaban a eriar a sus hijos fuera del pais, porque se avergonzaban de que - hablasen el vascuence. Tanta era la ignorancia de los hombres’’, (‘‘Historia de las Naciones Vaseas’’). 257. El separatismo de Etxabe. — Los intentos de la Junta de Getaria y de Etxabe y Romero, de los que ya se ha hablado, no obedecian a ningtin ideal digno de la nacién vasca. En Etxabe no brillé un amor profundo e ilustrado a la nacionalidad. Su mentalidad se explica facilmente si se tiene en cuenta que los jévenes de en- tonces estudiaban sus carreras en la Universidad de Tolosa, de Francia, y las personas ilustradas se halla- ban muy imbuidas de las doctrinas de Rousseau, Voltai- re y otros escritores franceses. La Revolucién de Fran- cia era la admiracién de gran nimero de guipuzkoanos. Se gloriaban de leer y seguir las doctrinas del ‘‘Con- trato Social’’ de Rousseau, al que obsequiaron cordial- mente cuando estuvo en Gipuzkoa. De aqui que Etxab» y sus partidarios amaban a Francia por ser republicana e irreligiosa; y odiaban a Espafia por mondrquica y catélica, Por eso, quiso Etxabe hacer de Gipuzkoa una Reptblica independiente, bajo el protectorado de Fran- cia. No le movié ninguna idea nacional. 258. Causas del decaimiento nacional. — La debili- dad de] alma vasca aumenté con oeasién de las luchas contra Napoleén Bonaparte. Los vascos y los espafioles estaban amenazados de caer bajo el poder de Napoleén. Las circunstancias graves introducian maneras de obrar e ingerencias de las autoridades espafiolas qué en mo- mentos normales no se hubieran tolerado. No se pres- taba mucha atencién a la legitimidad de los medios. Aunque, como se ha dicho, oponian los vaseos mu- cha resistencia a unirse a los. soldados espafoles, tuvieron que estar en demasiada convivencia con los extranjeros. A veces aun se hallaban bajo c} mando de Oficiales espafioles. (1). El contacto diario eon soldados extranjeros, la resistencia a un enemigo comtin y la falta de idea vasca en las clases dirigen- tes, modificaron algo la mentalidad del pueblo, que frecuentemente miré los asuntos extrafios como suyos propios, y el interés de Espafia como interés del vasco. Para resistir eficazmente a las tropas francesas se quebrantaban mandatos de las Constituciones. En to- dos los Estados Vascos peninsulares se permitié a las autoridades militares espafiolas ejercer su mandato, y se lleg6 a poner a sus 6rdenes los soldados vaseos, prac- ticas opuestas a lo preceptuado en los Cédigos’ vascos. En Nabarra permitieron las Cortes en 1794 que euando una batalla comenzada en territorio nabarro debia pro- 99 88 ?

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