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10 diferia ‘‘esencialmente’’ del actual..., de suerte ue no parece imposible que si tuviésemos unos cuan- textos de entonces y los leyésemos bien, no cono- iésemos que nos las habiamos con el ‘‘euskera’’. (Car- ‘ta a don Luis de Eleizalde -2-1V-911). Ahora bien; si los vascos y los iberos hubieran sido _el mismo pueblo, el ‘‘euskera’’ seria la lengua que los iberos hablaron. De aqui nacen. las dificultades. Las insecripciones antiguas, llamadas ‘‘ibéricas’’, fueron estudiadas por el sapientisimo arqueélogo alemaén Hiib- “ner, quien publicé en Berlin en el aho 1893, una fa- mosa obra titulada: ‘‘Monumenta Linguae Ibericae”’ (Monumentos de la Lengua Ibérica). Tomando una cualquiera de las inscripciones de la obra de Hiibner y comparadndola con el euskera, es imposible encontrar semejanza entre ambos idiomas. El filélogo francés Vinson, estudié el catdélogo de Hiibner y dedujo que hubo en la Peninsula Ibérica tres clases de lenguas, distintas del euskera. Esa di- versidad de lengias indica que habia diversidad de razas, ya que entonces, no hoy, a diferencia de lengua correspondia diferencia de raza. El nombre ‘‘ibero”’ parece que fué geografico, nun- ea étnico, de raza. Se aplicé en un principio a los ha- bitantes de las orillas del rio Ebro, extendiéndose des- pués a los habitantes de la Peninsula. El mismo Hun- boldt se inclinaba a-+veces a admitir el ecaraeter geo- grafico de la voz ‘‘ibero’’. (3). A Humboldt movié a defender su teoria vasco-ibe- ista la semejanza de nombres de muchas localidades _ peninsulares con el euskera. ‘Si ese argumento proba- ra algo, deberiamos decir que los iberos, es decir, los yascos, poblaron toda la tierra, ya que en las cinco partes del mundo hay montes, rios, pueblos, ete., que ‘pueden ser explicados por el euskera. Asi, por ejem- plo, en la India se encuentran nombres como éstos: Argiri, Arrechattarra, Salamburu. En América hay un Arizona, un Arauco, Ozeurra. En Persia hay un lago llamado el Urumea. En Africa hay un rio, el Lua- -yerri, el pais ‘de Gabon, y el de Urondonegui, monta- fias que rodean el Jago Victoria-Nyanza. _ Filolégicamente no se puede, pues, afirmar la seme- janza entre vascos e iberos. Estos ni siquiera existie- ron como grupo etnografico. Aun suponiendo que existiera la raza ibera en los tiempos antiguos, no se podria deducir que los vascos actuales fueran los representantes legitimos de los an- ' tiguos iberos. Ya hemos visto que la lengua que habla- ban unos y otros era completamente distinta, lo cual indica que no eran de la misma raza. Los primitivos idiomas de los habitantes de la Pen- insula reeiben el nombre de ‘‘ibéricos’’, porque no hay otra denominacién para distinguirlos de las len- ‘guas, que se hablaban en ella, tales como el céltico, el fenicio, el piinico, el griego. (4). 14. Origen de los vascos. — Sobre la cuestién del ori- : —~ de la raza vasea, eseribia en 1888 Sabino de Ara- y Goiri: ‘‘Es bien sabido que el origen de la raz - enekariana desconécese hasta hoy por completo. Su _ en Europa mas pura que la vascongada’’. lengua ¢aréce de hermanas y de madre conocida. Quis en contra de esto afirmare algo, tiene, si no quiere predicar en desierto, obligacién de demostrarlo, eual es muy dificil, si no imposible por ahora.” (Plies gos Politicos: 1). No obstante el tiempo traseurri ‘ se puede repetir hoy eso mismo. Cada filélogo ha sostenido opinién distinta, prueba. de la_oscuridad del asunto de los origenes de los vas- cos. Para unos constituye el pueblo vaseo el origen co- mun, de donde nacieron los pueblos aryos y semitas, habitando sucesivamente las regios del Obi, del Jago. Baikal, del mar Ural, del Caucaso; otros colocan. su asiento primitivo en las orillas del mar Caspio, Snes, : el Kur y el Araxes. No ha faltado quien ha pretendido probar que i vase0s son de origen bereber, fundandose en que los _ iberos, ‘‘atencesores de los vascos, establecieron su fa- milia bajo el régimen del ‘‘matriareado’’, es deeir, que la madre era el jefe supremo en la familia, como en — las tribus del norte de Africa. Defendié esa opinién G. Olphé-Galliard, en su ‘‘Paysan Basque du Laon a travers les Ages’’. E] ilustre filélogo espafiol, R. Menéndez Pidal, rest i me esta cuestién diciendo que aun permanece — en el mayor misterio el lugar que ocupan los vascos ene 2 arbol genealégico de las razas. Peninsula y los eaminog que las primeras tribus ett karas siguieron en sus inmigraciones. Lo tinico cierto es que la raza vasea debe dlagihioge se entre las blancas. Fuera de esto, hoy por hoy, no posible emparentar a los vascos con ninguna otra za del mundo. Por eso, la llamé BE. Reclus ‘‘raza isla” y otro esecritor aflade que el problema del origen 5 en esa Europa tan presuntuosa de su saber. eed pidn). minando de Oriente a aie wigs por el de conocer las regiones insondables donde el. ‘sol cena en Ja que canta la exeelencia de la vasea y Ja gloria del Patriarea Aitor, personaje loso, de quien hace desecender a los vascos. Act te nadie eree en tal Patriarea. 15. Pureza de la raza, — El vaseo puede efottabet de que su raza se conserva en su primitiva pureza. Es_ gre con la de otras razas y pueblos. Si esa mezcela a tenido lugar, se echaria de ver en el ‘‘euske- a’’. El politico espaiiol Joaquin Sanchez de Toea, es- sake a este propésito: ‘‘Si cabe hablar de pureza, firiéndose a razas histéricas, ninguna se conserva, No se puede decir otro tanto de la poblacién fiola, compuesta de los elementos siguientes
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