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fie Oviedo, y don Telésforo de Aranazadi, Pro- en la Universidad de Barcelona. Desde 1907 dedican las vacaciones de verano a proseguir sus investigaciones en : vascas. Son ayudados por las Diputaciones. An- tes. que estos sabios hicieron descubrimientos en Aralar don Iturralde y Suit y don Florencio de Ansoleaga, arque6- ‘barros. ie) “Divertianse los “gemtilles”, nos dijo un pastor, con algazara en el vecino prado de Argaintxabaleta, cuan- : ae. vieron aparecer de stbito, por el norte, una misteriosa : que se precipitaba sobre ellos. A vista de tal suceso, Seems y echaron a correr a lo largo de la vega; per- seguidos por la nube, atravesaron el bosque de Intzanzae, y val llegar a Arraztardn, metiéronse todos, hombres, mujeres ; om Mifios, en desordenado tropel, en esta gran sepultura, que- : dando enterrados Wajo este monte de musgosos guijarros e a _informes lanchas de piedra. Asi acabaron su existencia los hombres que antiguamente poblaron estas montafias”. (Eus- @al-Erriaren Alde; T. VIII; Julio 1918: Exploracién de Nue- ‘ye Délmenes del Aralar Guipuzcoano). - Las leyendas de la Dama de Murumendi dicen: “Es tra- ‘dicién en Atatin y en otros pueblos del Goyerri, que en un ‘lejano caserio de Beasain vivia, hace largo tiempo, un hon- rado labrador y buen cristiano, ademas, dedicado a las fae- nas del campo, de donde sacaba su sustento y el de su fa- milla. Dicen algunos que su mujer era “gentill”, y otros que era cristiana, aunque perversa y renegada; no sabemos quién tendra raz6n en esta contienda. Mas sea de ello lo que fue- ‘re, es lo cierto y en esto convienen todos, que se oponia con . le tenacidad digna de mejor causa, a que los cinco hijos que - tenfa fuesen regenerados en las aguas del bautismo. Cansa- 7see dode porfiar su buen marido, se propuso un dia conseguir por fuerza lo que no podia de buen grado. Uncid, pues, sus cs- bueyes y preparé el carro, colocé en él a sus hijos, y des- pués a su mujer atada al duro armazén del vehiculo con una larga y resistente cuerda. Dispuestas asi las cosas, iba con -. todos camino de la iglesia. Habrian andado atin pocos pa- - 808, cuando la desdichada “gentill” se puso ardiendo en _ Mamas, y quemando las ligaduras que la sujetaban al carro, _ ge elevé en el aire tliciendo: “Nere umeak zerurake, ni orain - Mururako” — -mis hijos para el cielo, y yo para Muru. — Desaparecié de la vista de los suyos, y fué a parar en su - vertiginosa carrera, a la cueva de Murumendi, donde habita. De vez en cuando sale de aquellos antros y puesta en sitio ~ donde los rayos del sol la alcancen, se entretiene en peinar __ su hermosa cabellera. Asi lo cuentan quienes, pasando por aquellos parajes, tuvieron la fortuna de verla. También la han visto muchos pasar por los aires en forma de fuego; algunas: veces de Murumendi a Aitzforri y de aqui a Aralar, \ ___y otras de Aralar a Aitzgorri y Murumendi. Su paso es au- _gurio cierto de alguna furiosa tempestad. (Idem). _ (7) “Cuéntase en fa comarca que Rolddn, poco tiempo antes de internarse en los desfiladeros de Roncesvalles, don- ‘de habia de encontrar tumba digna de su grandeza, subié a la montafia de Aralar; situése en el paraje donde hoy se le- .-Vanta el santuario de San Miguel de Excelsisi, y arrancando _ la piedra en cuestién,-la arrojé contra el pueblo de Madoz, sito a gran distancia de aquel punto, donde quizd se alber- faran fuerzas enemigas; pero enredése tal vez su pufio en ~el manto, y esta circunstancia hizo que, disminuyendo cl impulso, cayera la roca a mitad de su camino, en el centro ‘de aquellos prados, razén por la cual se la conoce con el nombre de Hrroldaren-Arriya.” (Iturralde y Suit: Prehistoria es Re ‘Navarra). “=(8) De una estadistica mundial sobre la difusién del te- 1éfono, resulta que Gipuzkoa ocupa un lugar preferente. Snu- pera a los Paises Bajos, Bélgica, Francia, Luxemburgo e In- Blaterra; iguala a Alemania; sdélo es inferior a-los Estados Unidos, Suiza y los Paises Escandinavos. a = 3 LECCION SEGUNDA SUMARIO.—Existencia de la raza vasca. — Vascos e Ibe ros. — Origen de la raza. — Lengua de los vas- — cos. — Nombre nacional. — Nacionalidad de los Vascos. 12. Existencia de la Raza. — Llaman raza Jos antro- Be 2 pélogos a los grandes niieleos de familias unidas por = idénticas eualidades, fisicas y morales. Fundaéndose los sabios en que los pueblos vascos presentan esas cualidades que los separan de los demds pueblos y que Jes dan propia personalidad, afirman que existe la raza vasca, completamente distinta de la de los pue- blos que les rodean. Antropé6logos y filélogos como Mi- chel, el Principe Bonaparte, Quetrefages, Vinson, Bro- | ca, Webster, Luchdire, Van Eys, Huxley, Grim, Sehu- : char han defendido en interesantes escritos que los vascos forman una verdadera raza, muy diferente de todas las que pueblan Europa. ‘Convienen, ademas, los hombres de ciencia, en que las tribus efiskaras fueron las primeras en llegar al te- rritorio, que actualmente ocupan, entrando en su po- sesién, no por conquista, sino por simple ocupacién. (1) 13. Vascos e Iberos. — A ‘iltimos del aiiglo pasado y_ prineipios del presente estuvo muy en boga entre 103 investigadoras de los origenes de los vascos, una teo- ria que sostenia dos principios fundamentales: 1° Que los Tbheros fueron un pueblo que poblé toda = - la Peninsula Ibérica, y aun parte de Italia y de Francia. 2 Que los vascos actuales son los finicos y mas legi- timos descendientes de los antiguos Tberes; los demas fueron absorbidos por los otros pueblos . Guillermo de Humboldt fué el prineipal defensor de esta idea. Actualmente va perdiendo defensores. (2) Para defender esa opinién se anoyaban sus favore: cedores en el testimonio de un antiguo eseritor griego, Seilax de Caryanda, el cual. hablando de los habitantes de la desembocadura del Ebro, dice: ‘‘Iberos, los pri- meros pueblos de Europa ane se enenentran son los Tberos, nacién de Tberia y del rio Tberus’’. Estas son las palabras de aquel geégrafo y explorador. Los modernos escritores quitan todo su valor a es- — ta argumentacién por ser muy vaga. Ademfs, Seylax escribia esas palabras cineo siglos antes de Jesucristo, es decir, en un tiempo en el eual los pueblos de la Peninsula Ibérica habian sufrido varias invasiones de naciones extrafias. Con esas invasiones desaparecié ja homogeneidad etnogrAfica. o Un argumento lingiiistico se opone también a la teo- ria del ‘‘iberismo’’ como raza. En efecto, todos los fi- — l6logos modernos estén conformes en sostener que el lenguaje de los vaseos, el ‘‘euskera’’, es idéntico en sus lineas generales al que hablaban los vaseos de los tiempos prehistéricos. Un euskerélogo de tanta auto- ridad como. don Arturo Campién, dice sobre este pun- to: ‘“‘El baskuenze que se hablase en la époea ibérica

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