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peticiones y nuestras plegarias. San Antonio. — Otros hay. que me piden, si, cosas utiles y provechosas; pero me las piden con exigencia, como si tuviesen derecho a ellas, sin detener- | se en considerar que es un favor lo que piden y que por lo tanto deben humi- llarse, reconociendo su necesidad, y te- niendo el corazén dispuesto al agrade- cimiento... y si luego no alcanzan lo que piden, se inquietan, desconfian y hasta llegan a murmurar de mi... y otros, en fin, quieren que les escuche al instante, que se despache luego su ruego... para que al levantarse ya no recuerden el favor obtenido. El Alma. — {Oh mi San Antonio! También yo he sido del nimero de es- tos inconscientes; y he llegado a des- confiar de vuestra bondad; mas os pido perdén y os ruego me deis a conocer lo que debo hacer, pues dispuesta estoy 6
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