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ais ge. crituras a la oliva: Filii tui sicut no- vellae olivarum. : A sus apéstoles dijo Jesis cuando les enviaba a predicar: «Si hallareis hijos de paz, sea sobre ellos vuestra paz; de lo contrario, la paz vuelva a vosotros> Dios habita en sf mismo; pero des- pués que con su divivina gracia cre6é la santidad de los justos, tiene en el alma de ellos una morada que le agrada: la Paz. Por ello el apdéstol San Pablo exhorta: Tened paz y el Dios de la paz estaraé con vosotros. (Habete pacem et Deus pacis erit vobiscum). (\ Cor. IX, 11) Al nacer el divino Salvador, el cielo anunci6 que llegaba la era de la paz para los que con buena voluntad qui- sieran aprovecharse de su venida. Y al morir, el mismo Jestis, dej6 la paz como herencia suya: <Mi paz os doy, mi paz os dejo». San Antonio predicaba siempre esta paz santa. Paz que consiste en some- ter nuestras concupiscencias a la recta raz6n y todo nuestro ser a Dios. Ni los individuos, ni los pueblos pueden disfrutar de la paz verdadera, si no sa-

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