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EJEMPLO Un monje de la abadfa de Solignac, en el territorio de Limoges, sufria ten- faciones muy graves de sensualidad. La angustia del religioso no era para explicarse adecuadamente. Sus oracio- nes, sus ayunos, sus mortificaciones detodo género no eran suficientes para librarse de la molesta guerra que su- fria. Afortunadamente para él, acertéa pasar por allf San Antonio. El monje, que no podfa resistir més, aprovech6 su presencia y le suplicé le oyera en confesién. Compadeciéndose el Santo del gravisimo peligro del po- bre religioso, le exhorté a la imitecién de Jesucristo, que tanto sufrié por ase- gurar nuestra vida eterna. Y terminada la confesién e impuesta leve penitencia, San Antonio se quit6 la tanica exterior y se la puso al infeliz monje. Al con- tacto de aquel vestido santificado por el inocente caerpo de San Antonio, el religioso se vi6 libre para siempre de tan molesta tentacién. (Dr. P. Tronchi).

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