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CAPITULO iit Pruebas ey die e Un Aa los Terciarios de la Guariifinfa de paaitedabte orga- Paeiyee _ nizaron | una peregrinacién al Santuario de Lezo. El Director de ~ Jos ‘Terciarios quiso que yo predicara en la Misa mayor, y asf fué. Mas. apenas bajé del pilpito, detrés de mi entré en Ja sacristia un _periodista. y algunos segundos después el P. Guardian, el Padre - Antonino de Caparroso, algo azorado. Y para que él pudiese estar i Solas con el periodista, yo tuve que interrumpir mi conyersacién | con él a la segtnda o tercera palabra. Antes de dos meses me en- contré en San Sebastidn con dicho periodista, y me dijo que estaba indignado por aquello, y que si queria me contaria todo. Yo le dije que ya suponfa lo que serfa aquello, y que no me hacfa falta. * Raden Un dia es un buen hombre, un vecino apreciado, don Celedonio ree Aguirre, que me hace un encargo en nombre de unas simpéticos _ artilleros de Guadatfipe, diciéndome que no fiase en el Guardian, porque me vendfa, Era entonces guardian el Padre Ildefonso de Cidurriz. koe ag Un dia the encontré en la estacién de Deve con el actual pa- . ‘rroco de Escoriaza, entonces coadjutor de Motrico, Me pregunté por mi nombre, y cuando satisfice su pregunta me dijo: que por : dos _veces habia intentado Mevarme a Motrico para predicar, y que i v no la habia conseguido, y que notéd poca voluntad de parte del » Guardian para enviarme,y que por eso al fin habfa desistido. - Otro dia me encontré con el sefior pArroco de Zumarraga, ac- tualmente parroco de Fuenterrabia. Cuando él era coadjutor de - Fuenterrabia, habia, o parece que habfa, entre nosotros cierta amis- tad, que por lo menos en las conyersaciones parecia franca. Cuando fué nombrado parroco de ZumArraga, cre{ que era mi deber felicitarle, mas no tuve contestacién. El me empezé a hablar a lo antiguo, en estilo franco y bromoso. Yo quise ponerme un ‘poco serio y le recordé aquello de que honores mutant mores (los -honores mudan las costuinbres). El cogié al vuelo mi ilusién, y