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Bs “Como ese “mnodo de obrar no me “parecié nada propio de un Nuncio, me hizo honda y triste impresién. Pues hacia poco que habia estudiado el derecho canénico, y yo habia formado del de- recho canénico y de los representantes vivientes del derecho ca- nénico una impresién de serenidad y de rectitud que no los vefa por ninguna parte en ese documento, ni en el fondo ni en la forma. _ Dos meses mds tarde me dijo en su despacho o celda, que para ambos menesteres servia, el M. R. P. Daniel de Arbécegui, ya — fallecido : rh Rigs : «Padre Ramén: ya sabe el carifio que le profeso y que no tengo arte ni parte en el asunto, porque no tengo ninguna pre-: lacia, ni oficio, ni actualmente facultades fisicas para ello; pero me consta de buena tinta que si V. C. (1) no tiene actualmente nin- _ guna prelacfa es: por ser nacionalista. Los Superiores piensan en vuestra caridad. No es ningtn nacionalista exaltado. No tienen quejas en este setitido los Superiores contra V. C. Pero como suele decir cuando ocurre el caso que es nacionalista, s6lo piden que no diga nunca que es nacionalista; y yo como vasco y vizcaino, ya que los vizcafnos no tenemos ninguna representacién, desearia y le wit rogaria que accediese.» Mi contestacién en el acto fué esta: «Que | sin conocer y sin libertad habia perdido o me habfan quitado $OGG, 5 (5 la libertad, que sélo conservaba un 4tomo de libertad, y que He i. tomo de libertad no vendia yo por ninguna cosa del mundo.» Antes de quince dias me llamé a su despacho el R. P. Anto- » nino dé Caparroso, Guardian y Definidor, Profesor y Director del on Colegio a la vez, para decirme lo mismo que me habia dicho dias antes el P. Arbacegui, pero afiadiendo amenazas. Estas amenazas eran: «Si no accede, para V. C, sera peor, porque se le postergaré, se le perseguira y se le hard imposible Ja vida, porque no nos faltan medios, y hasta tenemos obligacién, despues de la oc-mame de la Nunciatura.» | Dios mfo lo que sufrf entonces! Vi abierto un abismo a mis pies. Se acabé mi fe religiosa en la rectitud, bondad y justicia de los Superiores, y viendo lo que tenfa que sufrir, y que mis males no tendrian remedio, y que siempre seria infeliz, loré, yi cudntas veces no‘he llorado después en la soledad de mi dolor. Estas ame- nazas fueron Ilevadas a la practica con escrupulosidad diabdlica. (i)V. C.—vuestra caridad. Tratamiento que se dan los religiosos, cuando hablan unos con oiros.

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