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z etc. estaran adornados con cuadros, imagenes religiosas, misionales o con mapas instructivos. IV—Es de mal ejemplo el profesor que no asiste a clase puntualmente, el que da la clase sin el trabajo necesario, el que tiene expresiones groseras y triviales, el que murmura de sus compafieros, el que no habla con respeto de la Jerarquia Eclesidstica o de los Superiores de la Orden o del convento, © etc. etc. V—EI buen ejemplo es fruto de la buena vida y de la conciencia del de- ber de educador; asi, el que se pone al frente del Colegio debe vivir de la virtud, y darse cuenta de que Dios, la Iglesia y la Orden le encomiendan al- mas escogidas, que un dia serdn ministros y apéstoles de Jesucristo. \ D)—La vigilancia. La vigilancia en los colegios tiene el doble finde prever y apartar los peligros que corre el nifio en su desarrollo fisico, moral y religioso; y de pres- tar ayuda ala buena voluntad del nifio, si esta comienza a titubear o se in- clina al mal. I—E1 nifio carece de juicio, de experiencia y de instinto; de aqui, su es- piritu de imprudencia y su temeridad al exponerse a todo peligro. En el or- | den de la Providencia, es el vigilante el que viene a suplir este defecto de la nifiez, apartandola de los lugares; personas 0 cosas para él peligrosas. Por esto en la Escuela debe haber vigilancia. II—Los peligros propios de los colegios son principalmente de orden fi- sico y moral , y provienen del personal con quien viven o se educan, de los compajieros con quienes se divierten o hablan, de las recreaciones y juegos con que se entretienen, de los libros que tienen a su disposicién. Todo esto es materia de vigilancia. Ill—El buen vigilante debe ser: perspicaz, para saber conocer los defec- tos, 0 mejor conocer al nifio defectuoso; desconfiado, es decir, que no se ilu- sione demasiado sobre la bondad de los nifios, de miedo que se ciegue para ver 0 juzgar sug defectos; sacrificado, es decir, que esté siempre sobre los nifios, dejando toda otra ocupacién; y prudente, que no exagere tanto la vi- gilancia que-no deje algo a la iniciativa de la conciencia. E)—La correcci6n. Ala vigilancia sigue la correccién, porque el nifioque no es corregido, crece en sus defectos, sin conocer que son defectos. Es ademas necesaria la correccién, porque la reprensién, el castigo, etc. obran sobre el nifio més que la razon. I—La primera condicién de una correccién provechosa es el conoci- miento del defecto; el educador debe observar y ver los defectos del nijio, quitando de sus ojos el velo del amor excesivo, que ilusiona y oculta el mal. 18
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