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Salmo VI i Sefior, no me reprendas en tu furor, ni me castigues en tu ira. Apiaddate de mi, Sefior, que estoy débil saname, Sefior, que mis nuesos tiemblan. Y mi alma esta sumatnente perturbada; pero tu, Sefior, ghasta cuando? Vuélvete ami, Sefior,7 libra mi alma: salvame por tu misericordia. Porque entre los muertos no hay quien se acuerde de ti; y en el sepulcro ; quién te ala- bara? Me he cansado de llorar: todas las noches baiio mi lecho con mi Ilanto y riego con mis lagrimas mi estrado. : Se han oscurecido mis ojos de disgusto: he envejecido en medio de todos mis enemi- QOS. Apartaos de mi todos !o93 que obrais mal, porque ha oido el Sefor la voz de mi llanto, Ha atendido el Sefior mi suplica: ha acep- tado mi oracién. Avergiiéncense y turbens¢ profundamente todos mis enemigos: retirense y avergiién- cense cuanto antes. . ~ . Dales, Sefior, el descanso eterno. Y la luz perpetua luzca para ellos. Antifona.—V aélvete, Seftor, y libra’ mi alma, porque entre los muertos no hay quien se acuerde de ti. 295

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