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CAINE, TT XXIV De todos modos, según el afortunado arqueólogo, nos encontramos ante el instrumento músico más antiguo de la humanidad, la flauta recta de tres agujeros de la gruta de Istúritz. ES En la radiante llanada de la Ribera de Navarra, álzase desde el siglo XII un grandioso monasterio románico. Una mañana de junio de 1930 visitaba lleno de emoción el que esto escribe, ese admirable monumento de arte, religión y patriotismo de nuestro pueblo navarro. Antes de entrar en el inmenso templo abacial, examinaba atenta- mente los canecillos, que sustentan la cornisa del límite superior de la portada. Unas cuantas estatuillas graciosamente desproporcionadas representan otros tantos músicos tañendo diferentes instrumentos. Un grito de sorpresa y alegría llamó de repente la atención de sus acompañantes. Había descubierto entre las viejas estatuillas un hom- brecillo sentado, tocando con la mano izquierda una pequeña flauta y con la derecha un tamboril. Prescindiendo de la tosquedad y desproporciones de la pequeña escultura, cuya cabeza es tan grande como todo el cuerpo, hay que consignar con satisfacción que nos encontramos ante el txistulari más viejo de Vasconia. Su tamboril y flauta técnicamente considerados son esencialmente los mismos instrumentos, que ahora llenan de alegres sones nuestras montañas y que entonces sonaban por las tierras llanas, donde se alza el admirable monasterio de Santa María de la Oliva, en Carcastillo. Es de admirar que el imaginero, escultor del txistulari de Santa María de la Oliva, señalara con tanta claridad los detalles técnicos de la flauta recta y del tamboril, la rasgadura en bisel del orificio, donde choca el aire, llamado luz en esa clase de instrumentos, y la cuerda tensora de los parches del tamborcito. La exagerada estrechez del cuerpo de este último, del grosor de una pandereta, puede explicarse por la misma razón de todas las despro- porciones de la estatuita: caprichos del escultor o exigencias de la perspectiva. Es grande la transcendencia de esta esculturita para la historia del txistu. Fundado el Monasterio de la Oliva, en vida de San Ber- nardo de Claraval, el año 1134 por el rey de Navarra y “de todas las Montañas” García Ramírez el Restaurador, construído en gran parte por Sancho el Sabio y terminado por Sancho VII el Fuerte, se puede asegurar que, a principios del siglo XII, el txistu y el tun-tun (la flauta recta y el tamboril), eran un instrumento popular muy en boga por las tierras llanas del Reino de los vascos, Navarra. ¿Representará esta graciosa estatuilla a aleún afamado chunchune- ro de la Ribera navarra, quien durante la construcción del monumental templo alegraría las fatigas de los numerosos obreros empleados en la construcción del monasterio cisterciense de Santa María de la Oliva? dodo

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