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Ra ¡e CORTEJOS PROFANOS o RONDAS CALLEJERAS.—El primero de todos por su originalidad está el bellísimo Eztai-soñu (música de bodas) de Baztán; así mismo los karrika-soñu o biribilketa, como ahora se les llama, en que predominan las ágiles marchas en compás de seis por ocho, existiendo otras más antiguas en dos por ocho; las alboradas, anuncio de fiesta, y en general toda marcha para acom- pañar comitivas civiles. También se pueden clasificar entre éstos, Sagar-dantza (danza de las manzanas) de Baztán, que se baila de caserío en caserío, pi- diendo dones para celebrar una buena merienda los días de Carnaval; y Miel Otxin, especie de mascarada con varios personajes grotescos, que se danza por las calles de Lanz también por Carnaval. 2. DANZAS - JUEGOS Las diversiones de los mozos acompañadas por música de txistu se pueden denominar danzas-juegos, por participar de ambos ca- racteres. Estas suelen ser PUBLICAS en plazas y calles, como antz2ara-yoku (juego del ganso), en que varios jóvenes a caballo, pasando por de- bajo de un gran bastidor, de cuyo travesaño pende un ganso, tratan de salir vencedores arrancando, a toda velocidad, el cuello del animal. Es popular en Leiza y Betelu. Zagi-dantza (danza del odre), de Goizueta y Doneztebe; un odre, inflado, después de alegrar con su rojo licor a toda la muchachada, es golpeado acompasadamente por los garrotes (makillak) de los jó- venes danzantes. Hay otras PRIVADAS, y éstas son muy numerosas, que sirven para entretener las prolongadas veladas invernales, alrededor de la amplia cocina central de los caseríos, ostatu (posadas), etc. Esku-dantza (danza de manos) de Olagiúe y Baztán, en que los movimientos rítmicos van acompañados de choques y palmadas en diferentes posturas de las manos. Alki-dantza (danza de las sillas); alrededor de tres sillas ser- pentean los danzantes hasta que uno pierde el compás o las vueltas rituales. Hay varias melodías en Baztán y Larráun. Gerriko-dantza (danza del cinto); sostenida una larga faja por dos muchachos, otros van saltando al compás de la música, hasta que tropezando en la cada vez más alta faja, pasan castigados a sostener uno de los extremos. Zartain-dantza (danza de la sartén); en cuatro sillas tolocadas en cuadro se sientan cuatro muchachos, mientras uno de pie, em- puñando una gran sartén, espera el momento en que a un grito y al compás de la música cambian todos de asiento. El de la sartén se lanza a ocupar uno, y el que lo pierde tiene que besar el reverso, lleno de pringue y hollín, del aparato culinario, pasando a hacer el oficio de sartenóforo.

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